Carta desde el cielo

Querido Ángel,

Soy yo, tu madre, Rosenda (Rosita). Sé que ha pasado un año desde que me fui, y puedo sentir en mi corazón desde aquí arriba cuánto me extrañas. Quiero que sepas que estoy contigo, aunque ya no esté físicamente a tu lado.

Cuando me fui, sé que el mundo cambió para ti de una manera que nunca habrías imaginado. Pero quiero que recuerdes todos esos momentos hermosos que compartimos juntos: los viajes, los paseos, las risas, las lágrimas, y los abrazos reconfortantes. Aunque ya no pueda estar allí para abrigarte cuando hace frío, llamarte para saber si estás bien, o escuchar tu voz para saber si estás triste, hambriento, desilusionado, apesadumbrado o simplemente existencial, mi amor por ti nunca desaparecerá.

Quiero que recuerdes también que vine aquí para reunirme con tu hermano Eddy y tu padre Antonio. Ellos habían estado mucho tiempo solos sin mí, y ahora era tiempo de que yo me reuniera con ellos para darles amor y cariño. Esta reunión nos ha traído paz y felicidad, y quiero que sientas esa misma paz al saber que estamos juntos.

Sé que has pasado por momentos difíciles desde que me fui. Te has sentido perdido, desorientado, como si el mundo fuera un lugar más triste y extraño sin mí. Pero quiero que sepas que siempre estoy contigo en espíritu, cada vez que necesitas un abrazo o unas palabras de aliento.

Ángel, aunque ya no esté físicamente presente, mi amor por ti es eterno. Te veo desde arriba, te guío y te protejo cada día. Y aunque el dolor de mi ausencia nunca desaparecerá por completo, espero que puedas encontrar consuelo en los recuerdos que compartimos juntos y en el conocimiento de que siempre serás mi amado hijo.

Quiero que recuerdes siempre que la vida continúa y que yo siempre estaré en tu corazón. Encuentra fuerza en nuestro amor y en los momentos que vivimos juntos. Sé que puedes superar cualquier obstáculo y encontrar alegría nuevamente. Estoy orgullosa de ti y de todo lo que eres.

Con todo mi amor desde el cielo,

Tu madre,
Rosenda Ortiz de Laucer.